"La Humanidad no encontrará la paz hasta que no se vuelva con confianza a mi Misericordia" (Diario de Sor Faustina, 300)

lunes, 12 de noviembre de 2012

San Alfonso María de Ligorio y la Misericordia de Dios 1/2


"La misericordia triunfa sobre el juicio" (Santiago 2, 13) La bondad es comunicativa por naturaleza. De suyo tiende a compartir sus bienes con los demás. Dios que por naturaleza es la Bondad Infinita, siente inmensa alegría al compartir con nosotros su felicidad, y por eso tiene más inclinación a la misericordia que al castigo. El nos dice en el Libro Sagrado "Yo soy un buen amigo, y no un enemigo a las puertas". 
¿Quien podrá jamas calcular y alabar debidamente la misericordia inmensa con la cual Dios comprende a los pecadores, los educa, los tolera y los va llevando a la conversión y a la salvación y sobre todo la inmensa paciencia con la cual nos va aguardando hasta obtener nuestra conversiòn y que empecemos a hacer penitencia? 
El bellísimo Salmo 102 que debiéramos leer y meditar frecuentemente, hace un retrato maravilloso de la bondad de Dios, con estas palabras: "Dios perdona tus culpas, y cura tus enfermedades espirituales. Te llena de gracia y de ternura. El sacia de bienes tus anhelos. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira, rico en clemencia. No esta siempre acusando, ni guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestras culpas. Así como el cielo esta más alto que la tierra, la bondad del Señor sobrepasa las necesidades de sus fieles. Así como el oriente esta lejos del occidente, así aleja el Señor de nosotros nuestros pecados. Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por sus fieles. Porque El sabe de qué estamos hechos y se acuerda de que somos barro. Bendice alma mía la bondad del Señor." 
Amable creyente: cuando tú le ofendías a Dios, El podía haberte enviado inmediatamente la muerte y te habría llegado la condenación. Pero tuvo paciencia y te esperó, y en vez de castigarte te lleno de ayudas y te conservó la vida para que pudieras arrepentirte. Y ahora le puedes repetir aquellas palabras del libro de la Sabiduría: "Señor, te compadeces de todos, porque todo lo puedes. Disimulas los pecados de las gentes para que logren arrepentirse. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que Tú haz creado. Lo perdonas todo, porque todo es tuyo. A los pecadores les llamas la atención despertando la conciencia para que se aparten del mal y crean en Ti, Señor. A nadie dejas sin castigo por sus pecados, pero vas castigando muy gradualmente, y premias la conversión." (Sabiduría 11, 23 y 12) Pero Señor: ¿cómo es que Tú estas viendo a aquel impuro cometer impurezas, y a aquel ladrón que sigue robando, y al sicario que sigue matando y al mentiroso que sigue mintiendo y no los castigas de una vez? ¿Por qué tanta paciencia? El profeta Isaías nos responde: "Aguarda Dios para poder perdonar y salvarlo". 
Dios tendría tantos medios para castigarnos: la tierra, el sol, el agua, el aire, el rayo, el terremoto... ¿Y por qué tanta paciencia? Y el profeta Ezequiel nos responde: "Porque Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y viva" (Ez. 33,11) ¡Oh paciencia tan admirable la de Dios! San Agustín llega a decir que si Dios no fuera Dios, parecería que su paciencia fuera injusta y exagerada, porque muchos pecadores aprovechan de esa paciencia para pecar más y más. Y continúa diciendo este gran santo: "Nosotros hacemos las paces con nuestros pecados; nos entregamos como esclavos a los vicios, le damos hospedaje al mal en nuestra alma: dormimos tan tranquilos estando en pecado, y hasta nos alegramos de nuestras maldades. ¿Y Tú oh Dios nos llegas a castigarnos? Te desafiamos a que nos trates mal. ¿Qué te pasa Oh Dios? Nosotros combatiendo cada día contra Ti, y desafiando tu ira y tus castigos, ¿y Tú respondiéndonos con tu perdón y exagerado en tu misericordia" Y bendita sea esta tu santa exageración. 

Señor: Por mis pecados debería estar yo sumido en el castigo eterno, pero por tu misericordia estoy postrado ante Ti pidiéndote perdón. Quiero cumplir aquel gran mandamiento tuyo: "Amarás al Señor tu Dios con todo corazón" (Mt. 22,37) Estoy seguro de que tu gran deseo es que yo te ame mucho y siempre, y quiero cumplirlo. Reconozco que he sido rebelde y te pido que me concedas conocer la horrenda maldad de mis culpas. ¡Oh, si nunca te hubiera ofendido! Concédeme que de ahora en adelante a nada ni a nadie ame más que a Ti. Eternamente me has amado Tú a mí. Haz que eternamente te ame yo a Ti. Virgen Santísima en Ti confío, si ruegas por mí, me voy a salvar".

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