Los
elementos más característicos de esta imagen de Cristo son los rayos. Para saber
qué significan, antes hay que recordar el siguiente pasaje de la Escritura, que
describe lo que sucedió inmediatamente después de morir Jesús en la cruz: “Uno
de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre
y agua” (Jn 19, 34). Esta Sangre y
esta Agua, brotadas del Corazón traspasado de Jesús, están representados en los
rayos rojo y blanco, respectivamente. El mismo Jesús lo dice, cuando Sor
Faustina le preguntó lo que significaban, explicó: “El rayo pálido simboliza el
Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida
de las almas (….). Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos” (Diario,
299).
Con
esto, Jesús nos dice que en sus rayos que brotan de su Corazón traspasado,
están simbolizados los sacramentos, sobre todo los del Bautismo y la
Penitencia, que están simbolizados en el agua, porque así como el agua lava,
purifica, así también estos sacramentos, representados por el agua que brotó de
su Corazón traspasado, lava y purifica el alma, porque le quita los pecados,
dejándola pura e inmaculada, porque además de quitarle los pecados, le concede
la gracia santificante. Es esto lo que Jesús quiere decir cuando dice: “El rayo
pálido simboliza el Agua que justifica las almas”. Por otra parte, el rayo rojo
simboliza la Sangre del Corazón de Jesús, que se encuentra en la Eucaristía,
llamada “Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad” de Nuestro Señor Jesucristo: la
Sangre, junto al Cuerpo, el Alma y la Divinidad de Jesús, contenidos en la
Eucaristía, alimentan al alma, y lo hacen con la substancia divina y el Amor
Divino del Ser trinitario de Jesucristo, contenido en la Eucaristía.
En
síntesis, los rayos blanco y rojo significan ante todo tres sacramentos: Bautismo,
Penitencia y Eucaristía. Mientras los sacramentos del bautismo y de la
penitencia purifican al alma, porque le quitan los pecados, la Eucaristía
alimenta al alma con la substancia divina y con el Amor Divinos, contenidos en
ella. Entonces, ambos rayos significan los sacramentos –principalmente,
Bautismo, Penitencia y Eucaristía- indispensables para la vida del alma: la
Penitencia (y el Bautismo), que quitan lo que impide la comunión de vida y de
amor con Dios Trino y, si el alma ha cometido un pecado mortal, al concederle
la gracia, restablece esta comunión de vida y amor con Dios, restableciéndose
el alma, de muerta que estaba, en viva y viva con la vida divina, de la cual
participa por la gracia; los rayos significan la Eucaristía, que alimenta al
alma que ha vuelto a vivir por la vida de la gracia, con la substancia divina.
Pero
además, en los rayos están representados el Espíritu Santo y todas las gracias
que Él concede –por intercesión de María, Medianera de todas las gracias-,
porque el símbolo bíblico del Espíritu Santo es el agua, y el Espíritu Santo,
que es la Tercera Persona de la Trinidad, la Persona-Amor del Padre y del Hijo,
es espirado por el Padre y el Hijo, y
fluye con la Sangre y el Agua que brotan del Corazón traspasado de Jesús. Esa es
la razón por la cual, si alguien se acerca a Jesús crucificado, y se arrodilla
ante Él, y deja que su Sangre caiga sobre él, queda purificado y santificado
por esta Sangre del Cordero.
El
otro elemento que está representado en los rayos, específicamente en el rayo
rojo, es la Alianza Nueva y Eterna, que Dios sella con la Sangre de su Hijo. El
derramamiento de Sangre por parte de Jesús es la prueba de que Dios establece
con el hombre una Alianza de Amor y de perdón: mientras los hombres matan en la
cruz a su Hijo eterno, Dios Padre responde no con la venganza, sino con la
Misericordia, porque Dios convierte al deicidio del hombre en perdón y
misericordia, porque en vez de castigar al hombre que mata a su Hijo en la
cruz, Dios Padre responde perdonando esa gravísima injuria hecha por los
hombres, pero además, sellando la Alianza Nueva y Eterna con los hombres,
mediante esa misma Sangre derramada. En otras palabras, mientras la Sangre
derramada de Jesús, de parte de los hombres, está causada por odio deicida –instigado
por el Ángel caído-, de parte de Dios Trino, esa Sangre se convierte en signo
del perdón y del Amor divinos, porque en vez de castigar a la humanidad por la
muerte de su Hijo, se apiada de la debilidad de los hombres, les perdona sus
pecados, los lava con la Sangre del Cordero y les infunde, con esta Sangre, el
Amor Divino, el Espíritu Santo, vehiculizado a través de la Sangre del Corazón
traspasado, sellando con esa Sangre la Nueva Alianza, definitiva y eterna, la
Alianza caracterizada por la misericordia y el perdón.
A
la imagen de Jesús Misericordioso, de cuyo pecho brotan dos rayos -uno blanco,
que significa el Agua y otro rojo, que simboliza la Sangre de su Corazón
traspasado-, se la llama también “imagen de la Divina Misericordia”, porque es
por Misericordia y solo por Misericordia, que Jesús nos perdona los pecados con
el Sacramento de la Penitencia, nos alimenta con su Cuerpo, su Sangre, su Alma
y su Divinidad, con el Sacramento de la Eucaristía, y es por Misericordia que
nos envía el Espíritu Santo junto con su Sangre derramada, y que sella con
nosotros una Alianza de Amor, que tiene como ley la Caridad, el amor
sobrenatural a Jesús y al prójimo.
Sacramento
de la Penitencia, Eucaristía, Don del Espíritu Santo y sello de la Alianza de
Amor, Nueva y Eterna, con Dios Trino, es lo que está simbolizado en los rayos
de la imagen de Jesús Misericordioso, y es lo que está contenido en su Sagrado
Corazón traspasado.