"La Humanidad no encontrará la paz hasta que no se vuelva con confianza a mi Misericordia" (Diario de Sor Faustina, 300)

domingo, 25 de noviembre de 2012

El alma que Me ama mucho, debe, tiene que vivir de Mi voluntad




Estuve aquí durante la conversación con la Superiora y sé todo. No exijo tus mortificaciones, sino la obediencia. Con ella Me das una gran gloria y adquieres méritos para ti. (Diario 29)

Cuando estaba hablando con cierta persona que debía pintar esta imagen, pero que por ciertas razones no la pintaba, durante la conversación con ella oí esta voz en el alma:Deseo que sea más obediente. Comprendí que los esfuerzos, aunque sean los mas grandes, pero no tienen el sello de la obediencia, no son agradables a Dios, estoy hablando de un alma consagrada. Oh Dios, que fácil es conocer Tu voluntad en el convento. Nosotras, almas consagradas, desde la mañana hasta la noche tenemos claramente indicada la voluntad de Dios y en los momentos de incertidumbre tenemos a las Superioras, a través de las cuales habla Dios.

Hoy he recibido naranjas; cuando la hermana se fue, pensé: en vez de mortificarme y hacer penitencias durante la Santa Cuaresma, ¿comeré naranjitas? Si ya estoy un poco mejor. De repente oí una voz en el alma: Hija Mía, Me agradas más si por obediencia y por amor hacia Mí comes naranjas, que si por tu propia voluntad ayunaras y te mortificaras. El alma que Me ama mucho, debe, tiene que vivir de Mi voluntad. Yo conozco tu corazón, sé que no lo satisface nada, sino únicamente Mi amor. (D.354)

Durante una meditación sobre la obediencia oí estas palabras: En esta meditación, el sacerdote habla de modo especial para ti, has de saber que Yo Me presto su boca. Traté de escuchar con la mayor atención y todo lo aplicaba a mi corazón, tal como en cada meditación. Cuando el sacerdote afirmo que el alma obediente se llena de la fuerza de Dios… Si, cuando eres obediente, te quito tu debilidad y te doy Mi fortaleza. Me sorprende mucho que las almas no quieran hacer este cambio Conmigo. Dije al Señor: Jesús, ilumina Tú mi alma, ya que de lo contrario también yo entenderé muy poco de estas palabras

La obediencia. He venido para cumplir la voluntad de Mi Padre. He sido obediente a los padres, obediente a los verdugos, soy obediente a los sacerdotes. Comprendo, Oh Jesús, el espíritu de la obediencia y en que consiste; no se refiere solamente a la ejecución exterior, sino que abarca también la mente, la voluntad y el juicio. Obedeciendo a las Superioras, obedecemos a Dios. No tiene importancia si es un ángel o un hombre que me mande en nombre de Dios, tengo que ser obediente siempre. (D.535)

El viernes por la noche durante el rosario cuando pensaba en el viaje del día siguiente y en la importancia de la cuestión que iba a presentar al Padre Andrasz, me invadió el miedo viendo claramente mi miseria y mi inaptitud frente a la grandeza de la obra de Dios.

Aplastada por ese sufrimiento, me sometí a la voluntad de Dios. En aquel instante vi a Jesús junto a mi reclinatorio, con una túnica clara, y me dijo estas palabras:

¿Por qué tienes miedo de cumplir Mi voluntad? ¿Crees que no te ayudaré como hasta ahora?
Repite cada exigencia Mía delante de aquellos que Me sustituyen en la tierra y haz solamente lo que te manden. En aquel momento una [gran] fuerza entró en mi alma. (Diario 489)

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