Una virtud sin prudencia no es virtud.
Debemos rogar frecuentemente al Espíritu Santo por la gracia de la prudencia.
La prudencia se compone de: la reflexión, la consideración razonable y el propósito firme.
La decisión final siempre nos pertenece a nosotros. Nosotros debemos decidir, aunque podemos, y debemos pedir consejos, y buscar la luz….. (Diario 1106)
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