Cómo guió a Santa Faustina:
"Cuando bajé del tren y vi que cada uno se fue por su camino, me entró miedo: ¿Qué hacer? ¿A dónde dirigirme, si no conocía a nadie? Y dije a la Madre de Dios: María, dirígeme, guíame. Inmediatamente oí en el alma estas palabras: que saliera de la ciudad a una aldea donde pasaría una noche tranquila. Así lo hice y encontré todo tal y como la Madre de Dios me había dicho.
Al día siguiente, a primera hora regresé a la ciudad y entré en la primera iglesia [7] que encontré y empecé a rezar para que siguiera revelándose en mí la voluntad de Dios. Las Santas Misas seguían una tras otra. Durante una oí estas palabras: Ve a hablar con este sacerdote y dile todo, y él te dirá lo que debes hacer en adelante. Terminada la Santa Misa fui a la sacristía y conté todo lo que había ocurrido en mi alma y pedí que me indicara en qué convento debía estar." (D. 11-12)
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