"Hoy, durante la Hora Santa pedí al Señor Jesús que se digne instruirme sobre la vida interior.
Jesús me contestó: Hija Mía, observa fielmente las palabras que te voy a decir: no valores demasiado ninguna cosa exterior, aunque te parezca muy preciosa. Olvídate de ti misma y permanece continuamente Conmigo.
Confíame todo y no hagas nada por tu cuenta y tendrás siempre una gran libertad de espíritu; ninguna circunstancia ni acontecimiento llegará a turbártela.
No prestes mucha atención a lo que dice la gente, deja que cada uno te juzgue según le guste. No te justifiques, eso no te causará daño.
Dalo todo a la primera alusión de petición, aunque fueran las cosas más necesarias; no pidas nada sin consultarme.
Deja que te quiten incluso lo que te mereces; la estima, el buen nombre; que tu espíritu esté por encima de todo esto. Y así liberada de todo, descansa junto a Mi Corazón, no permitas que nada turbe tu paz. Discípula, analiza las palabras que te he dicho".
Oh Amor mío, mi Maestro eterno, qué bueno es obedecer, porque [con la obediencia] entra en el alma la fortaleza y la fuerza para obrar. (Diario 1684 a 1686)
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