"+ La fiel sumisión a la voluntad de Dios siempre y en todas partes, en todos los casos y todas las circunstancias de la vida, da a Dios una gran gloria; tal sumisión a la voluntad de Dios, a sus ojos tiene un valor mayor que largos ayunos, mortificaciones, y las más severas penitencias.
Oh, qué grande es la recompensa por un solo acto de amorosa sumisión a la voluntad de Dios.
Mientras lo escribo mi alma cae en éxtasis, ¡cuánto Dios la ama y de cuánta paz goza el alma ya aquí en la tierra!"
(D. 169)
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