+ "Malgasté muchas gracias de Dios, porque siempre tenía miedo de la ilusión. Y aunque Dios me atraía a Sí con tanta fuerza que a menudo no estaba en condiciones de oponerme a su gracia, cuando de repente era sumergida en Él y en aquellos momentos Jesús me llenaba tanto con su paz que después, aunque quisiera inquietarme, no podría.
Entonces oí en mi alma estas palabras: 'Para que estés tranquila de que soy Yo el autor de todas estas demandas [hechas] a ti te daré una tranquilidad tan profunda, (67) que aunque quisieras inquietarte y asustarte, hoy no estaría en tu poder, pero el amor inundará tu alma hasta hacerte olvidar de ti misma'".
(D. 143)
No hay comentarios:
Publicar un comentario