"Esta noche la conoces sólo Tu, oh Señor. La he ofrecido por los pobres pecadores empedernidos para impetrar Tu misericordia para ellos. Despedázame aquí, quémame aquí, con tal de que me des las almas de los pecadores y especialmente…. Oh Jesús, Contigo nada va perdido; Tú tienes todo, dame las almas… de los pecadores.
En la adoración durante el oficio de las “Cuarenta horas”, el Señor me dijo:
Hija Mía, escribe que las culpas involuntarias de las almas no retienen Mi amor hacia ellas ni Me impiden unirme a ellas; sin embargo las culpas, aunque sean las mas pequeñas, pero voluntarias, frenan Mis gracias y a tales almas no las puedo colmar de Mis dones. "
(D. 1640-1641)
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