15 II 1937. Hoy escuché en el alma estas palabras:
¡Oh hostia agradable a Mi Padre!
Has de saber, hija Mía, que toda la Santísima Trinidad tiene en ti su particular complacencia, porque vives exclusivamente de la Voluntad de Dios.
Ningún sacrificio es comparable a éste.
+ Después de estas palabras ha venido a mi alma el conocimiento de la voluntad de Dios, es decir, que miro todo desde un punto de vista superior, y todos los acontecimientos y todas las cosas desagradables o agradables, las acepto con amor, como demostración de la particular predilección del Padre Celestial. (D.955 - 956)
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