"Mientras vivimos, el amor de Dios crece en nosotros. Debemos procurar el amor de Dios hasta la muerte.
He conocido y he experimentado que las almas que viven en el amor se distinguen por una gran perspicacia en el conocimiento de las cosas divinas, tanto en su propia alma como en las almas de los demas.
Tambien las almas simples, sin instrucción, se distinguen por sabiduría." (D. 1191)
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