"La Humanidad no encontrará la paz hasta que no se vuelva con confianza a mi Misericordia" (Diario de Sor Faustina, 300)

lunes, 5 de mayo de 2014

Dios nos guía para conocer Su Voluntad



Santa Faustina al principio que llegó a Varsovia buscó ingresar en varios conventos de los cuales en todos la despedían le decían que por una u otra cosa no podría entrar allí, ahí se vió cual era la Voluntad de Dios, pues hasta que llegó al Convento de las Hermanas de la Madre de la Misericordia (que fué donde se quedó) ahí si la admitieron. Posteriormente al entrar pensó mejor buscar otro convento, pero esto no era la Voluntad de Dios.

"Sin embargo, tres semanas después vi que aquí había muy poco tiempo para la oración y que muchas otras cosas me empujaban interiormente a entrar en un convento de regla más estricta. Esta idea se clavó en mi alma, pero no había en ella la voluntad de Dios.

No obstante, la idea, es decir la tentación, se hacia cada vez mas fuerte hasta que un día decidí hablar con la Madre Superiora y salir decididamente. Pero Dios guió las circunstancias de tal modo que no pude hablar con la Madre Superiora . Antes de acostarme, entré en una pequeña capilla y pedí a Jesús la luz en esta cuestión, pero no recibí nada en el alma, solo me lleno una extraña inquietud que no llegaba a comprender. A pesar de todo decidí que a la mañana siguiente, después de la Santa Misa, le comunicaría a la Madre Superiora de mi decisión."

"Volví a la celda, las hermanas estaban ya acostadas y la luz apagada. No sabia que Hacer [conmigo]. Me tiré al suelo y empecé a rezar con fervor para conocer la voluntad de Dios. En todas partes había un silencio como en el tabernáculo. Todas las hermanas como las hostias blancas, descansan encerradas en el cáliz de Jesús, y solamente desde mi celda Dios oye el gemido de mi alma. No sabia que después de las nueve, sin
autorización no estaba permitido rezar en las celdas.


Después de un momento, en mi celda se hizo luz y en la cortina vi. el rostro muy dolorido del Señor Jesús. Había llagas abiertas en todo el rostro y dos grandes lágrimas caían en la sobrecama. Sin saber lo que todo eso significaba, pregunte a Jesús: Jesús, ¿Quién te ha causado tanto dolor? Y Jesús contestó: Tú Me vas a herir dolorosamente si sales de este convento. Te llamé aquí y no a otro lugar y te tengo preparadas muchas gracias. Pedí perdón al Señor Jesús e inmediatamente cambié la decisión que había tomado." (D. 17-18)

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