"Escribe:
Soy santo, tres veces santo y siento aversión por el menor pecado. No
puedo amar al alma manchada por un pecado, pero cuando se arrepiente,
entonces Mi generosidad para ella no conoce límites.
Mi misericordia la abraza y justifica.
Persigo a los pecadores con Mi
misericordia en todos sus caminos y Mi Corazón se alegra cuando ellos
vuelven a Mí. Olvido las amarguras que dieron a beber a Mi Corazón y Me
alegro de su retorno.
Di
a los pecadores que ninguna escapará de Mis manos. Si huyen de Mi
Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a los pecadores
que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus corazones
[para saber] cuándo latirán para Mí.
Escribe
que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de
los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos,
hablo con la voz de la Iglesia y si frustran todas Mis gracias, Me
molesto con ellos dejándoles a sí mismos y les doy lo que desean" (Diario 1728).
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