"...Terminada la hora fui delante del Santísimo Sacramento y como la miseria y la nada más grandes, le suplique por su misericordia y que se dignara sanar y purificar mi pobre alma. De repente oí estas palabras:
Hija Mía, todas tus miserias han sido quemadas en el fuego de Mi amor, como una pajita arrojada en unas llamas enormes.
Y con esta humillación atraes a ti y a otras almas todo el mar de Mi misericordia.
Y contesté: Jesús, forma mi pobre corazón según Tu divina complacencia." (D.174)
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