“Anunciarás
al mundo mi Segunda Venida”
El
mensaje central de Jesús Misericordioso a Santa Faustina Kowalska es que la
Humanidad debe volverse a Él, que es la Misericordia de Dios encarnada, porque
de lo contrario, “no tendrá paz”, y que Él está a punto de venir, en su Segunda
Venida gloriosa: “Esta imagen es la última tabla de salvación para el hombre de
los Últimos Tiempos (…) La humanidad no encontrará la paz, hasta que no se
vuelva con confianza a mi Misericordia (…) Doy a la humanidad un vaso del cual
beber, y es esta imagen (…) Anunciarás al mundo mi Segunda Venida”. Además, de
las palabras de Jesús, se puede observar que parte también esencial del mensaje
es que quien no quiera aprovechar la Misericordia de Dios, deberá comparecer
ante la Justicia Divina: “Quien no quiera pasar por las puertas de mi
Misericordia, deberá pasar por las puertas de mi Justicia”.
Al
repasar los aspectos centrales de la Devoción de Jesús Misericordioso, el
mensaje que nos queda entonces es el siguiente: debemos volcarnos a la
Misericordia Divina, encarnada y visible en Jesucristo; debemos poner toda
nuestra confianza en Jesús Misericordioso, para obtener la paz del corazón;
debemos aprovechar su Misericordia en esta tierra, si no queremos sufrir el
peso de la Divina Justicia por la eternidad; la imagen de Jesús Misericordioso
es la última devoción hasta el fin de los tiempos; la imagen de Jesús
Misericordioso es una señal dada por el cielo, de que su Segunda Venida en la
gloria está cerca, tal vez más cerca de lo que pensamos.
Para
no caer en falsos e inútiles alarmismos –siempre presentes cuando se habla de
la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo-, es conveniente tener presente
que, más allá de si su Segunda Venida está más o menos cerca, lo que importa es
estar siempre en gracia de Dios, lo cual quiere decir, aprovechar la Divina
Misericordia. Pero a su vez este aprovechamiento implica, necesaria e
indispensablemente, la conversión interior del corazón a Jesucristo, lo cual
quiere decir apartarnos del camino del pecado y seguir por el camino de la
Cruz, en la negación de sí mismo, todos los días, para morir al hombre viejo.
De otro modo, no hay conversión posible y no hay, por lo tanto, aprovechamiento
de la Misericordia Divina, tal como lo pide Jesús. Quien se sumerge en la
Misericordia Divina, nada debe temer, pues vive al amparo de la ira del Padre,
que se desatará justamente por nuestros pecados de tal manera en el Último Día que
“Hasta los ángeles de Dios temblarán ese Día”, le dijo la Virgen a Santa
Faustina.
“Anunciarás
al mundo mi Segunda Venida”, le dice Jesús a Sor Faustina, y un signo de que su
Segunda Venida en la gloria está cerca, es la imagen de Jesús Misericordioso. Y
aunque no sepamos “ni el día ni la hora”, estemos preparados y atentos,
vigilantes, con las lámparas encendidas, con la fe activa y operante, esperando
el regreso de Nuestro Señor hoy, en diez años, en cincuenta años.
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