Ofrecí el día de hoy por los sacerdotes; hoy he sufrido más que cualquier otro día, interior y exteriormente.
No sabía que era posible sufrir tanto en un solo día.
Traté de hacer la Hora Santa en la que mi espíritu ha probado la amargura del Huerto de los Olivos.
Lucho sola, sostenida por su brazo, contra toda clase de dificultades que se presentan delante de mí como muros inmóviles, sin embargo tengo confianza en la potencia de su nombre y no tengo miedo de nada.
D.823
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