"La Humanidad no encontrará la paz hasta que no se vuelva con confianza a mi Misericordia" (Diario de Sor Faustina, 300)

miércoles, 27 de abril de 2016

"Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí”



“Oh Señor, Deseo transformarme toda en Tu misericordia y ser un vivo reflejo de Ti. Que este más grande atributo de Dios, es decir su insondable misericordia, pase a través de mi corazón al prójimo. Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarla.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa para que jamás hable negativamente de mis prójimos sino que tenga una palabra de consuelo y perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor,a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargue sobre mí las tareas más difíciles y más penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. (...)
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo (...)
Que Tu misericordia, oh Señor mío, repose dentro de mí” (Santa Faustina Kowalska, Diario, 163).

"Sólo Dios Mismo puede llenar mi alma"


"Oh belleza Eterna, quien te conoce una vez solamente, no puede amar ninguna otra cosa. Siento la vorágine insondable de mi alma y que nada la puede llenar, sino Dios Mismo. Siento que me hundo en Él como un granito de arena en un océano sin fondo". (Santa Faustina Kowalska, Diario 343)

"Hoy durante la Santa Misa estuve particularmente unida a Dios y a su Madre Inmaculada


"Hoy durante la Santa Misa estuve particularmente unida a Dios y a su Madre Inmaculada. La humildad y el amor de la Virgen Inmaculada penetró mi alma. Cuánto más imito a la Santísima Virgen, tanto más profundamente conozco a Dios. Oh que inconcebible anhelo envuelve mi alma. Oh Jesús, ¿como puedes dejarme todavía en este destierro? Me muero del deseo por Ti, cada vez que tocas mi alma, me hieres enormemente. El amor y el sufrimiento van juntos, sin embargo, no cambiaría este dolor que Tú me produces por ningún tesoro, porque es el dolor de deleite inconcebible y es la mano amorosa que produce estas heridas a mi alma". (Santa Faustina Kowalska, Diario 843)

"Nos conocemos mutuamente con el Señor en la morada de mi corazón


"Nos conocemos mutuamente con el Señor en la morada de mi corazón. Si ahora yo Te hospedo en la casita de mi corazón, pero se acerca el tiempo cuando me llamarás a Tu morada que me habías preparado desde la creación del mundo. Oh, ¿quien soy yo frente a Ti, oh Señor?". (Santa Faustina Kowalska, Diario 909)

"Deseo satisfacer a Jesús según la clase del pecado


"Deseo satisfacer a Jesús según la clase del pecado. Hoy, durante siete horas he llevado una cintura de cadenitas para impetrar por cierta alma la gracia del arrepentimiento; a la séptima hora sentí alivio, porque aquella alma en su interior ya recibía el perdón aunque todavía no se había confesado. El pecado de los sentidos: mortifico el cuerpo y ayuno según permiso que tengo; el pecado de soberbia: rezo con la frente apoyada en el suelo; el pecado de odio: rezo y hago una obra de caridad a la persona con la cual tengo dificultades, y así, según la clase de pecados conocidos, satisfago la justicia". (Santa Faustina Kowalska, Diario 1029)

"Con tu bondad has vencido, oh Señor, mi corazón de piedra"


"El alma: Con tu bondad has vencido, oh Señor, mi corazón de piedra; heme aquí acercándome con confianza y humildad al tribunal de Tu misericordia, absuélveme Tú mismo por la mano de Tu representante. Oh Señor, siento que la gracia y la paz han fluido a mi pobre alma. Siento que tu misericordia, Señor, ha penetrado mi alma en su totalidad. Me has perdonado más de cuanto yo me atrevía esperar o más de cuánto era capaz de imaginar. Tu bondad ha superado todos mis deseos. Y ahora te invito a mi corazón, llena de gratitud por tantas gracias. Había errado por el mal camino como el Hijo pródigo, pero Tú no dejaste de ser mi Padre. Multiplica en mí Tu misericordia, porque ves lo débil que soy.
Jesús: Hija, no hables más de tu miseria, porque Yo ya no Me acuerdo de ella. Escucha niña Mía, lo que deseo decirte: estréchate a Mis heridas y saca de la fuente de la vida todo lo que tu corazón pueda desear Bebe copiosamente de la fuente de la vida y no pararás durante el viaje. Mira el resplandor de Mi misericordia y no temas a los enemigos de tu salvación. Glorifica Mi misericordia". (Santa Faustina Kowalska, Diario 1485)

"Jesús mío, aunque los sufrimientos son grandes, Tú me sostienes"


"Jesús mío, Tú me bastas por todo en el mundo. Aunque los sufrimientos son grandes, Tú me sostienes. Aunque los abandonos son terribles, Tú me los endulzas. Aunque la debilidad es grande, Tú me la conviertes en fuerza. No sé describir todo lo que sufro; y lo que he escrito hasta ahora es apenas una gota. Hay momentos de sufrimientos que yo, de verdad, no sé describir. Pero hay en mi vida también momentos cuando mi boca calla y no tiene ni una sola palabra en su defensa y se somete totalmente a la voluntad de Dios, y entonces el Señor Mismo me defiende e interviene en mi favor y su intervención se puede ver incluso por fuera. Sin embargo, cuando advierto sus mayores intervenciones que se manifiestan como castigos, entonces le suplico ardientemente misericordia y perdón. Pero no siempre soy escuchada. El Señor procede conmigo de modo misterioso. Hay momentos en que Él mismo permite terribles sufrimientos, pero también hay momentos cuando no me permite sufrir y elimina todo lo que pudiera entristecer mi alma. He aquí Sus caminos impenetrables e incomprensibles para nosotros; nuestro deber es someternos siempre a su santa voluntad. Hay misterios que la mente humana jamás logrará penetrar aquí en la tierra, nos lo revelará la eternidad". (Santa Faustina Kowalska, Diario 1656)

"Oh Dios, con qué generosidad derramas Tu misericordia"


"Oh Dios, con qué generosidad derramas Tu misericordia y todo esto lo haces por el hombre. Oh cuánto amas al hombre si Tu amor hacia él es tan activo. Oh Creador mío y Señor, en todas partes veo huellas de Tu mano y el sello de Tu misericordia que abraza todo lo que está creado. Oh Creador mío piadosísimo, deseo rendirte homenaje en nombre de todas las criaturas con alma y sin alma y llamo al mundo entero a adorar Tu misericordia. Oh que grande es tu bondad, oh Dios". (Santa Faustina Kowalska, Diario 1749)

"A través de la Coronilla obtendrás todo, si lo que pides esta de acuerdo con mi voluntad"


CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA
La Coronilla la dictó Jesús a Santa Faustina en Vilna (Lituania) entre el 13-14 de Septiembre del 1935, como súplica para aplacar la ira de Dios por los pecados del mundo.
"A través de ella obtendrás todo, si lo que pides esta de acuerdo con mi voluntad (...) Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado. Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia, en la hora de la muerte los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta Coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita. Deseo que el mundo entero conozca Mi misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia" (Diario 731,687).
“ Defenderé como Mi propia Gloria a cada alma que rece esta Coronilla en la hora de la muerte, o cuando los demás la recen junto al agonizante, quienes obtendrán el mismo perdón. Cuando cerca de un agonizante es rezada, se aplaca la ira Divina, y la insondable misericordia envuelve al alma y se conmueven las entrañas de Mi misericordia por la dolorosa pasión de mi hijo” (811).
CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA:
(se utiliza un rosario común de cinco decenas)
1. Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo (de los apóstoles).
Credo de los apóstoles:
Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. 
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo 
y nació de la Virgen Maria.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre. 
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, 
la comunión de los santos, el perdón de los pecados, 
la resurrección de los muertos, 
y la vida eterna. Amén.
2. En las cuentas grandes correspondientes al Padre Nuestro (una vez) decir:
"Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo,
la Sangre, el Alma y la Divinidad
de Tu Amadísimo Hijo,
nuestro Señor Jesucristo,
como propiciación de nuestros
pecados y los del mundo entero."
3. En las cuentas pequeñas correspondientes al Ave María (diez veces) decir:
"Por Su dolorosa Pasión,
ten misericordia de nosotros
y del mundo entero."
4. Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres veces:
"Santo Dios, Santo Fuerte,
Santo Inmortal, ten piedad de
nosotros y del mundo entero."
5. Oración final (opcional):
“Oh Sangre y agua que brotaste del Corazón de Jesús como una fuente de misericordia para nosotros, en Ti confío.”

(Rezarla preferentemente a las 3:00 pm. “La hora de La Misericordia”)

"Cualquier cosa que haces al prójimo Me la haces a Mí


"El médico no me permitió ir a la Pasión a la capilla a pesar de que lo deseaba ardientemente; pero he rezado en mi propia habitación. Entonces oí el timbre en la habitación contigua, y entré y atendí a un enfermo grave. Al regresar a mi habitación aislada, de pronto he visto al Señor Jesús que me ha dicho: Hija mía, Me has dado una alegría más grande haciéndome este favor que si hubieras rezado mucho tiempo. Contesté: Si no Te he atendido a Ti, oh Jesús mío, sino a este enfermo. Y el Señor me contestó: Si, hija mía, cualquier cosa que haces al prójimo Me la haces a Mí". (Santa Faustina Kowalska, Diario 1029)